La NASA y la ESA
La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han reconocido que una pequeña parte de los fenómenos aéreos anómalos (UAP) analizados en los últimos años no puede explicarse con la tecnología ni el conocimiento actual.
Aunque la mayoría de los casos tienen causas convencionales —drones, globos, errores de sensores o fenómenos atmosféricos—, existe un porcentaje reducido que presenta movimientos inusuales, cambios bruscos de trayectoria o ausencia de firmas térmicas claras.
Ambas agencias insisten en que no hay pruebas de origen extraterrestre, pero admiten que la falta de datos de alta calidad impide una explicación definitiva en algunos casos.
Este reconocimiento marca un cambio de enfoque: los UAP ya no se descartan, sino que se investigan desde una perspectiva científica y de seguridad aérea, apoyándose en sensores avanzados e inteligencia artificial.
La conclusión es clara: no todo lo observado en el cielo está aún completamente comprendido, y la ciencia mantiene abiertas estas investigaciones.











